jueves, 25 de febrero de 2010

LA PARTIDA DE UN MAESTRO


Luis Kique Sánchez Vera con su discípulo Oscar González
durante la presentación de su libro De amores, diablos y flores.

El 1 de febrero de 2010, a las 16:00, falleció en Centenario, Provincia de Neuquén, Luis Alberto Sánchez Vera, tal vez el último marionetista argentino de su generación, formado en la tradición de Podrecca. Nació San Fernando del Valle de Catamarca en 1932. En su infancia conoció a Javier Villafañe, cuyo arte lo conmovió, dejando tal vez la semilla que germinaría y se desarrollaría en el futuro. Artista plástico, diseñador, compositor, titiritero, se destacó como dramaturgo para teatro de títeres y como especialista en marionetas de hilo.

Perfeccionó su conocimiento de esa variedad de títeres bajo la dirección de Alberto Farina, de nombre artístico Alfa Berry, del Petit Théatre de París, desprendimiento del Teatro dei picolli, de Podrecca. Radicado en el sur del país, experimentó en las diversas variedades del títere, incluyendo la animación cinematográfica. Pero su mayor legado tal vez haya sido su dramaturgia para los muñecos, en la que campea un humor sano pero a la vez crítico y satírico, con referencias a lo social, por la que fue premiado, inclusive en Santa Fe, y la conformación y dirección del elenco más importante de marionetistas argentinos por nivel, trayectoria y continuidad: El Barco de Papel, grupo que visitó varias veces la ciudad de Santa Fe, muy diversos puntos del país y buena parte de América Latina. Kique, como lo llamábamos afectuosamente todos los que lo tratamos, fue profesor y director de la Escuela Provincial de Títeres “Alicia Murphy” de Neuquén, en la que ejerció una tarea artística y formativa hasta su jubilación. En su homenaje, la biblioteca del establecimiento lleva su nombre. Tuvo el reconocimiento de sus colegas que lo designaron Socio Honorario de la UNIMA Argentina en el año 1988.
Se suele decir en estos casos que los titiriteros emprenden una gira permanente. Seguramente en esta ocasión será cierto, porque Kique llegará a cada punto del mapa donde alguien decida montar alguna de sus obras, a cada festival en el que alguna de ellas se presente y a cada casa, patio, café en el que alguno de sus alumnos y de sus amigos evoque su figura de mediana estatura, sus ojos claros y su boina ladeada, con una guitarra entre sus brazos o con una cruceta en sus manos, ejerciendo la magia de crear vida de lo inerte.
Marionetas de El Barco de Papel

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